Los cuatro pilares de la educación
(Reseña crítica)
En el capítulo 4 del Informe a la UNESCO, de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, presidida por Jaques Delors, podemos encontrar, leer y reflexionar acerca de cuatro aprendizajes considerados esenciales para la especie humana; a saber, toda persona debe aprender a: conocer, hacer, vivir y ser.
En tal Informe, escrito a finales del siglo próximo pasado, Jaques Delors vislumbra la obligación educativa de otorgar instrumentos de navegación para la sobrevivencia en las turbias aguas del cuasi caótico océano de ingente información inherente a los tiempos actuales. De tal modo, asevera Delors que una concepción amplia de la educación debe conducirnos al incremento de la creatividad y a la realización plena; es decir, a aprender a ser. Así, se infiere la alta probabilidad de que éste capítulo del informe dicho, sea lectura relevante en la mayoría de los programas de formación de profesionales de la educación.
Considera el autor que la habilidad de Aprender a conocer "puede considerarse a la vez medio y finalidad de la vida humana" (Delors,1996: 92), a la vez que subraya la ilusión del saber omnisciente y la necesidad de la inclusión de cultura general en el bagaje de los especialistas.
En la lectura del capítulo, aprendemos que el conocimiento progresa, ocasionalmente, en el ámbito de la interdisciplinariedad, y que aprender a conocer implica el ejercicio de la atención, de la memoria y del pensamiento: en tal sentido, el aprendizaje de la atención adquiere varias formas, el ejercicio memorístico actúa contra la alienación e influencia de los medios de información masiva, y el del pensamiento debe articular a los mundos abstractos y concretos; adicionalmente, se sugiere la combinación de los métodos inductivo y deductivo. Se señala la indisociabilidad del a prender a conocer y a hacer, y la relación de tales habilidades con el mercado laboral; se establece la diferencia entre las economías industriales y de subsistencia, se resalta la preponderancia de la competencia personal sobre la calificación profesional; y de igual modo, se destacan las capacidades de comunicación y de solución de conflictos socioescolares. Se apunta que el sector terciario requiere el cultivo de cualidades humanas y el establecimiento de relaciones estables y eficaces.
En relación a la habilidad de Aprender a vivir con los demás, se anotan las fallas de la educación para el logro de convivencia pacífica y se critica el privilegio de la competencia y éxito individual. Se destacan la necesidad de impulso a la educación intercultural y a los proyectos colaborativos y comunitarios.
En torno a la habilidad de Aprender a ser, se manifiesta el miedo a los poderes medíaticos y se resalta la esencia educativa: dotarnos libertades de pensamiento, juicio, imaginación y sentimientos; se distingue a las creatividad e innovación como emanaciones de la pluralidad social, y se apela al rescate del arte en la escuela.
Al final del capítulo se despliega una serie de pistas y recomendaciones sobre los cuatro pilares propuestos.
En general, el capítulo discurre en la temática del deber ser de la actividad educativa actual, en la cual es tangible el dominio del capitalismo corporativo como guía de pautas y directrices culturales y económicas, tanto en las regiones de alto desarrollo como en las marginadas. En esencia, se propone la aprehensión de habilidades básicas de sobrevivencia en el mundo tecnificado que ya prescinde de la cualificación profesional, muchas veces sustituida por los recursos robóticos e inteliartificiales.
Considerando que el documento es parte de un informe dirigido a altos funcionarios de la burocracia educativa global, puede resultar una lectura claroscura para el estudiante inicial de educación superior.
Delors, Jaques y otros (1996) Los cuatro pilares de la educación. En, La educación encierra un tesoro. Madrid, UNESCO/Santillana.
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