Se considera conveniente y necesario que, en un documento de carácter académico y de intención didáctica, el inicio del tema o tópico a desarrollar debe definir y clarificar el concepto primario o principal; por lo tanto, en el presente, se intenta aprehender la definición de nuestro tema en cuestión: la inteligencia artificial. Así, constatamos que al momento de leer o escuchar por primera vez esa expresión, de manera casi automática nos aborda la siguiente duda: ¿Qué es lo que se entiende por inteligencia artificial? Para disiparla, se puede recurrir a la consulta de un especialista, o en su ausencia, indagar en bibliografías y hemerotecas, tradicionales o en sus versiones digitales halladas en los correspondientes sitios y recursos web. Al realizar ésta última actividad, es decir, una búsqueda en la web, se puede hallar definiciones que en nuestra opinión se aproximen al intento de comprensión para quienes no somos duchos en el área del conocimiento que nos ocupa.
De tal modo es preciso, primero, señalar qué se entiende por “inteligencia”; en tal sentido, Coppin (2004:4) considera a nuestra pregunta como una cuestión compleja con respuestas no bien definidas, la cual ha intrigado a biólogos, psicólogos y filósofos desde hace siglos; menciona que se puede definir a la inteligencia por las propiedades que exhibe: “una habilidad para enfrentar situaciones nuevas, la habilidad para resolver problemas, para contestar preguntas, para elucubrar planes, etc”.
Nilsson (2010) la concibe como “aquella cualidad que habilita el funcionamiento apropiado de una entidad en su entorno”; por lo tanto, esgrime que en base a esa definición, máquinas y animales se hallan en el polo primitivo de un extenso continuo, a lo largo del cual se ubican entidades con diferentes grados de inteligencia; así, en contraparte:
En el polo opuesto se halla el ser humano, quien es capaz de razonar, lograr objetivos, comprender y generar lenguas, percibir y responder estímulos sensoriales, probar teoremas matemáticos, desafiar juegos de reto, sintetizar y resumir información, crear arte y música, y aún, escribir historias (Nilsson, 2010).
En relación al término “artificial”, Sokolowski (1988:45), apunta que, por su calidad ambigua, puede ser usada en doble sentido; siendo así importante delimitar cual aplica a nuestro tema de estudio: de tal manera, aunque ambos sean usados como referencia a algo fabricado, en un caso la cosa parece ser, pero en realidad no es lo que parece; en el otro caso, el cual nos interesa, la cosa “es” lo que parece ser, en tal vertiente “lo artificial no es solo lo meramente aparente, no solamente la imitación de algo más. La apariencia de la cosa revela lo que es, no como algo parece ser”. Al efecto, se pregunta el autor ¿En qué sentido usamos la palabra artificial cuando hablamos de inteligencia artificial? ¿Estamos obligados a mostrar que las máquinas realmente piensan, que no solo parecen poseer inteligencia? Se contrapone, advirtiendo que hay casos en los cuales la máquina parece pensar, pero no lo hace, como la calculadora electrónica, la cual solo refleja la inteligencia de los programadores. En tal tónica, el autor continúa su disertación tecno filosófica acerca de la IA; por lo tanto, para no disgregar, saltamos hacia la búsqueda de nuestro santo grial: el concepto de inteligencia artificial.
En tal exploración, se descubre que Coppin (Íbid:4) señala, que “la inteligencia artificial supone el uso de métodos basados en la conducta inteligente de humanos y otros animales para resolver problemas complejos”.
Nilsson (Íbid) apunta en relación a la Inteligencia Artificial (I.A.), que debido al requerimiento de diferentes capacidades acordes al ambiente para el funcionamiento apropiado en el entorno, existen varias inteligencias, por tal razón él adopta una visión amplia de la I.A. Esa posición la comparte María Ana Sanz, quien aduce que éste concepto, es no solo complejo sino “bastante difuso” debido al cambio y avance constante en ciencia y tecnología; sin embargo, ella lo explica como “una rama de la ciencia de la computación que comprende el estudio y la creación de sistemas computarizados que manifiestan cierta forma de inteligencia”. En similar vertiente, se puede leer acerca del tema en discusión, que el concepto de inteligencia artificial es usado para referirse al área de investigación científica que mediante algunas técnicas específicas, intenta incrustar en los sistemas informáticos y/o robóticos, conocimiento, conciencia y/o características humanas.
En adición a lo anterior, se puede constatar que el sitio de Forbes México, siguiendo opiniones de expertos, la define como
[…] el medio por el cual las computadoras, los robots y otros dispositivos realizan tareas que normalmente requieren de la inteligencia humana. Se basa en un conjunto de técnicas que, mediante circuitos electrónicos y programas avanzados de computadora, busca imitar procedimientos similares a los procesos inductivos y deductivos del cerebro humano.
En el afán de depurar el cúmulo de definiciones acerca de la I.A., Rusell y Norvig (1995:1-2) condensan en la introducción de su obra, varias definiciones relacionadas a los procesos de pensamiento y razonamiento y a la conducta, presentadas en términos de fidelidad del desempeño y de la racionalidad humanos; así, tales definiciones destiladas, las enmarcan dentro de cuatro enfoques abrazados por diferentes personas con diferentes métodos; a dichos enfoques, éstos autores les han dado un seguimiento histórico; ahora mismo abordaremos tal vertiente en el siguiente apartado, referido a la emergencia de la IA a través del tiempo.
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